Complejo dilema el de la Democracia
Cristiana: en su fuero interno, no tiene claridad hacia adonde ir. Porque
sabe que no quiere ir a la derecha, pero sabe a su vez que tampoco es
bienvenida en la izquierda.
No tiene mucho sentido que la quieran
allí. La Democracia Cristiana, partido cuya declaración de principios se centra
en la liberación humana por medio del concepto cristiano de la vida, conforme
al cual el hombre solo puede obtener su pleno desarrollo espiritual y material,
difícilmente puede tener en común, doctrinariamente hablando, algo en común con
el mundo laicista y aun declaradamente marxista de la izquierda chilena. Que
conste: no hay demonización en lo que expreso: solo constatación de
contradicciones, y en esos términos las definiciones doctrinarias de
Maritain –un tomista de aquellos que creían en la Moral Natural- y los
inspiradores de la DC se asemejan más a la centro-derecha que a la izquierda.
La alianza entre democratacristianos
y socialistas, y su común pertenencia a la Concertación de Partidos por la
Democracia, no tendría explicación sin la presencia de 17 años de régimen
militar. La DC y la izquierda construyeron en torno al tema de los
derechos humanos y la oposición a Pinochet una estructura que les permitió
alcanzar el poder en 1989 por la vía de las urnas, derrotando a dos
rivales:al Régimen militar y a la tesis armada del Partido Comunista y Gladys
Marín reflejada en la Revolución Popular de las Masas.
Llegó a este pacto concertado la DC tras
años de peregrinajes en una especie de “tercera vía autónoma”, en que evidenció
más insuficiencias que éxitos: ni la "Revolución en Libertad" ni
la tesis del "camino propio" de Castillo Velasco pudieron cimentar el
buen resultado electoral conseguido para la elección presidencial de Frei
Montalva: su derrota de 1970 fue abrumadora. En efecto, la oposición a la
Unidad Popular, bien sabido es, fue dirigida por la DC: Y no pocos, sino la
inmensa mayoría de ella, fue partidaria del quiebre institucional de septiembre
de 1973. La carta de Frei a Mariano Rumor, las declaraciones de Aylwin y
cientos de antecedentes así lo avalan.
¿Por qué, tras el “accidente Pinochet”
–como lo denomina Armando Uribe- se quedó la DC en la Concertación, al lado
izquierdo de ladelgada línea roja? Simple: conveniencia y, por qué no
decirlo, resignación política.
La Concertación fue, durante la vida
de Pinochet, la coalición política más eficiente en términos electorales que
recuerde la historia de Chile. Y en ella, gracias al sistema binominal, la DC
podía asegurar diputados y senadores. Y en ella, asimismo, podía mantener
cuotas de poder en La Moneda, aunque en los últimos 10 años debieron resignarse
con ser los “parientes pobres”, en los gobiernos de Lagos y Bachelet.
Ciertamente, tal condición les generó escisiones y fisuras relevantes y
perjuicio en las urnas, que evidencian hasta hoy. Por más que Walker y Jouannet
intenten establecer en algún trabajo académico del 2006 un nexo intelectual
entre la “nueva izquierda” y la DC, no pueden sino llegar a la conclusión que
los nexos entre ambas son tan febles, que no puede descartarse la “mera
coincidencia” como la fuente de alianza de ellas. Y, con honestidad,
solo se explica tal pacto por el tan vilipendiado sistema electoral binominal…
malditas ironías del destino.
Pero, seamos honestos, para que
aquello ocurra es condición necesaria el fin del Binominal o al menos su
adecuación. De lo contrario, y salvo que estuviese la DC dispuesta a pactar con
la Coalición por el Cambio, la tan añorada “tercera vía” resulta
impensable, y liberarse de sus “socios”, imposible. Aún al costo de
seguir siendo el accionista minoritario, ese que hace pataletas en las juntas y
que, en el fondo, es mirado con menosprecio por sus pares.
En ese escenario ¿qué hará la
DC? ¿Seguirá su impulso natural de salirse de esta alianza con la
izquierda, que al final del día le resulta ajena, de una “convergencia
opositora” –pésimo nombre, por cierto, pues solo tiene sentido en la
oposición y nunca en el poder- que cada vez se radicaliza más y más hacia la
izquierda? ¿Patear el tablero? ¿Pactar con la centro-derecha?
Difícil dilema. Su actual
directiva tiene la palabra