Gracias a Dios existe Febrero, mes que permite escribir de cosas relajadas y de mi agrado. Una de ellas, la que quiero compartir, me acompaña desde varios años: The Cure.
Es cierto: es una banda rara. No es común que se mantengan sin disolverse durante 32 años, que todavía llena estadios y que ha vendido cerca de 27 millones de discos, pese a que como dice Smith, ”nosotros vendemos bastantes discos (y) nuestra compañía discográfica no tiene muy claro porqué se venden.” Algo ha de tener. Aquí viene mi explicación de qué es lo que es ese “algo”
The Cure es un grupo contracorriente. No es pop; no es rock. No es propiamente dark ni son Góticos: son más bien sus Padrinos o, peor, sus abuelos (el propio Smith señala ser “la banda pop que los góticos se permiten escuchar); no es punk, pese a que en sus comienzos temas como “Killing an Arab” y “10:15 at Saturday Night” insinúan una cierta orientación en tal sentido. Su estilo es único. Tal vez se comprende aquello, de alguna manera, en su nombre: pretendían, ya desde sus orígenes, ser una “cura” frente a los excesos y luces de los Rod Steward, los Queen, y tantas bandas pop de aquellos años que deslumbraban con un falso brillo.
De ahí la brillante opacidad de los Cure. Es imposible no escuchar una canción de ellos y no reconocerlos. Eso es lo que uno puede denominar “estilo propio”: no como tantos que se repiten y autoplagian todo el tiempo. No, Smith y los Cure han desarrollado un producto único, inimitable –muchos lo han intentado- y auténtico, que se adapta a los tiempos y evoluciona. Que se ha transformado en una especie de bitácora de vida de Smith. Y que quienes los seguimos hace años la sentimos como propia.
A lo largo de 20 extraordinarios álbumes, The Cure lo han hecho todo en su propio e inconfundible estilo. La banda ha pasado la mayor parte de su carrera creando y explorando en los extraños lugares donde los mundos de la música popular y lo alternativo entran en conflicto. Han desarrollado un abanico de sonidos y estilos único y característico. En dicho proceso han creado un patrimonio de genial música contemporánea.
Una muestra de ella es mi favorita: “Pictures of You”. ¿Puede haber algo más sentido que "If only I'd thought of the right words /I could have held on to your heart/If only I'd thought of the right words/I wouldn't be breaking apart all my pictures of you."? La voz de Smith suena melancólica y desgarradoramente emotiva cuando dice que "There was nothing in the world/That I ever wanted more/ Than to feel you deep in my heart/ There was nothing in the world/That I ever wanted more/ Than to never feel the breaking apart all my pictures of you"
¿Demasiada melancolía? Puede ser. Pero todos tenemos nuestros cuartos de hora. Poder asumir dicho lado oscuro, sin embriagarse con él y sin renegar de él tampoco es señal de madurez. EL propio Smith asume la vida en dicho sentido: “no puedes mostrar tu lado melancólico cuando enfrentas a un abogado”, dice razonablemente.
Saber siempre dónde uno está parado es una virtud que se refleja en los detalles: Smith, por ejemplo, dice que “cada título de "Seventeen Seconds" es una pequeña historia de Kafka. Pero entonces nosotros no éramos nadie así que no pensé que nadie se molestara en demandarnos”. De más está decir que no se caracterizan por abusar de las entrevistas, pero las usan como elemento de merchandising. Y se asumen como producto.
Esa autenticidad es el sello de los Cure. La que lleva a Smith a afirmar que “me molesta ver a gente ya muy vieja haciendo música contemporánea. Todavía no alcancé ese estadio de persona vieja en el escenario. Cuando no me pueda parar y cantar por 3 horas, entonces es probablemente la hora de sentarme y comenzar a hacer música para películas.” Ojalá falten varios años -y albumes- para eso.
lunes, febrero 18, 2008
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4 comentarios:
Como dice alguien, al otro lado de la cordillera "cantas canciones tristes/para sentirte mejor".
Cerati también escuchaba a los Cure.
Vamos a las personales: Smith cantando "Six different ways" en Maracanazinho, con un oso de peluche en las manos; cuando TVN transmitía conciertos de rock en señal abierta... Los 80 no eran tan malos después de todo.
Gran recital ese, con las zapatillas blancas con la lengueta afuera. Lo recuerdo siempre. Nada como la versión de In Beetween days de ese concierto.
Prácticamente tocaron completo "The Head on the door": Push, Kyoto Song, The Blood, aparte de los singles.
En mi caso era muy chico para ir a Baires, donde tocaron dos veces en Ferro-
Hubiera soñado con ir a verlos. No lo descart al futuro... pero dudo que vengan a Chile
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